miércoles, 14 de octubre de 2009

EL CÓNDOR


Esta ave rapaz diurna pertenece a los catártidos de cabeza y cuello desnudos, plumaje negro azulado, collar y espalda blancos, cola pequeña y pies negros. Habita en los Andes y es la mayor de las aves voladoras. El cóndor es el nombre común de dos grandes buitres americanos: el cóndor de los Andes y el de California. Ambos se consideran entre los pájaros voladores más grandes y pesados que existen.
El cóndor andino es considerado unas de las aves más grandes y pesadas. Tiene una envergadura de alas que alcanza los 3,5 metros; los machos, más pesados que las hembras, pesan unos 11,5 kg. Alcanza a medir casi 1 metro, llega a la cintura de un hombre.
Su pelaje es negro como el hollín, con una gran zona blanca en las alas. Ésta se localiza en la cara superior. Tiene una cabeza desnuda de un color rojo pálido y los machos poseen en la frente una cresta carnosa prominente.
El cuello y las patas poseen plumas para que no se les impregnen de sangre cuando come. Un rasgo característico es su calvicie, que la obtiene al meter la cabeza dentro del cuerpo de los animales. Y presenta un collar de plumas blancas en el cuello.
La diferencia entre el macho y la hembra es que el macho tiene una carúpula (cresta),y la hembra tiene los ojos rojos
Por su función de carroñero es una pieza importante en el equilibrio de los ecosistemas del que forma parte y es muy útil para la salud de muchos animales, porque al consumir rápidamente los cadáveres elimina fuentes de contacto de enfermedades o focos de contaminación. Por eso hay que evitar su desaparición.
No es cazador, y no tiene las fuertes garras que se necesitan para capturar y matar. A diferencia del águila, no puede tomar un animal con sus patas.
El descenso de un cóndor hacia el suelo, alerta a los demás sobre la probable existencia de alimento y así es que varios suelen congregarse sobre las carroñas.
El cóndor pasa la noche refugiado en cuevas en la montaña. Solamente aletean cuando no hay viento y cuando van a despegar. Cuando si lo hay, planean y hacen una aleteada de vez en cuando.
Uno de los espectáculos más sorprendente de la Patagonia es ver el altísimo y planeador vuelo del cóndor. El tamaño y la majestuosidad de este ave llama la atención de los observadores.
HÁBITAT NATURAL
El cóndor de los Andes se localiza a lo largo de toda la cadena montañosa de los Andes, desde Venezuela y Colombia hasta el estrecho de Magallanes; y en ocasiones llega a descender hasta las costas del Pacífico, a las colonias de aves acuáticas, para alimentarse de sus huevos.
Se alimenta de animales muertos que halla cerca de su hábitat, también mata presas que persigue desde lo alto en vuelo de cacería y a veces mata ganado. (chivas, ovejas). Se alimenta de animales muertos, extrayendo primero el corazón. Es carnívoro y carroñero. Y pueden aguantar días sin comer.
En la Provincia de Mendoza, en la estancia "Las Aguaditas", de una extensión de 2,500 hectáreas, los turistas e interesados pueden observar a los cóndores.
REPRODUCCIÓN
El nido está ubicado en lugares inaccesibles: en una grieta o cueva en las rocas, no dedica tiempo a su construcción.
La hembra pone generalmente un solo huevo color blanco, de unos 10 cm. de largo. La incubación dura alrededor de 55 días; el macho y la hembra se turnan para dar calor al huevo.
Los pichones, al nacer, son muy débiles y están cubiertos por un plumón gris blanquecino. Los padres le dan de comer alimento fácil de digerir, ablandado y entibiado en el buche. Estos permanecen más de un año en el nido. La cría tarda 2 años en alcanzar su maduración total. Pone sus huevos entre septiembre y octubre. Hace su nido en lugares pocos accesibles que custodia celosamente debido a que su hábitat se ha modificado y los ejemplares han disminuido notablemente.
El cóndor está en vías de extinción debido al avance del hombre sobre sus territorios.
En Mendoza se lo está criando artificialmente; los huevos son colocados en incubadoras, y una vez que nacen se lo alimenta a través de títeres que simulan a su madre.
Pocas aves pueden igualar al imponente cóndor, que vive 70 años (si el hombre lo deja), desplegando su belleza por nuestra cordillera de los Andes.


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